Ser emocionalmente sano implica tomar conciencia del los propios deseos y motivaciones, los modos de reaccionar ante las situaciones diversas de la vida, los valores que tenemos como padres, como familia, también los sentimientos que nos invaden día a día, los momentos felices y aquellos que nos generan preocupación.
El conocimiento de las debilidades, de los puntos flacos, así como las fortalezas y habilidades que tenemos. Lejos de frustrarnos la inteligencia emocional nos da la capacidad de asumir todo tipo de situaciones, especialmente aquellas de gran tensión emocional como las que vivimos en la educación de nuestros hijos.
En ocasiones, hay experiencias del pasado o de nuestra propia infancia y adolescencia que se hacen presentes en el momento de educar a nuestros hijos, provocando en nosotros el recuerdo de hechos que creíamos olvidados. Tomar conciencia de la influencia de estos hechos y sentimientos, resulta clave para lograr encaminarlos adecuadamente durante el proceso madurativo.
De lo contrario no es extraño que incluso de manera inconsciente desarrollemos patrones educativos que se contradicen en lo que hubiéramos deseado trasmitir, replicando estilos que detestábamos cuando éramos niños o manifestando reacciones desproporcionadas y poco oportunas en el contexto y las necesidades de nuestros hijos.
Como pueden ver, la inteligencia emocional siempre ha estado presente en nuestras vidas. Desde que los niños son muy pequeños es importante enseñarlos y educarlos en inteligencia emocional para que en un futuro sepan controlar y comprender sus emociones, sepan resolver sus problemas teniendo auto control sobre sus propios sentimientos y pensamientos.
Hay un psicólogo muy famoso, llamado Daniel Goleman, él es reconocido por su teoría sobre inteligencia emocional. De hecho, tiene varios libros interesantes sobre el tema. Y él define la inteligencia emocional, como la capacidad de una persona para manejar una serie de habilidades y entre las habilidades emocionales se incluyen la conciencia de uno mismo, la capacidad para identificar, expresar y controlar los sentimientos, la capacidad de controlar los impulsos, ayudando a la resolución de conflictos de una manera asertiva. Miremos que bonito es vivir con inteligencia emocional, que bueno aprender a controlar y manejar positivamente cada situación de la vida.
Entonces, podemos decir que la inteligencia emocional es una capacidad que nos permite reconocer, aceptar y gestionar nuestra emociones, sentimientos, creencias, patrones y actitudes que en ocasiones se pueden convertir en un obstáculo para conseguir nuestras metas y objetivos personales, es así como el desarrollo de esta habilidad posibilidad participar de un ambiente saludable, de relaciones sostenibles, de un encuentro sano y amable con nosotros mismo y los demás.
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